Cuando ella besa
Ella puso su lumbre sobre mi boca hueca
y se llenó mi sangre de pájaros y soles,
ella sembró de nidos los ojos de la lluvia
y de mis manos toscas brotaban caracoles.
Ella puso su lengua sobre la nueva herida
y se rasgó en fulgores mi vieja cicatriz,
su lámpara cantaba una canción marina
con estrofas de algas, de peces y de raíz.
La noche se quemaba en sus ojos de ángel
mientras su boca hurgaba mis nuevos aquelarres
con la llave de un sueño que vive en la otra edad.
Su dicha era una bruja que con ojos vendados
desataba en mi boca los últimos conjuros
con una lluvia nueva nacida de los pájaros.
En el fondo
Te pido que me quieras como yo soy por dentro
que atravieses resuelta la epidermis inmunda,
que igual como quien busca en las aguas profundas
descorras mis cortinas, que me enturbies el fondo.
Te pido que me veas en el cristal más hondo
que quites las escamas que bosquejan mi ser,
que destejas mi sombra, que me quites la piel
que quites las escorias del metal que yo soy.
Te pido que esta vez abandones la orilla,
que me laves el fango, que descifres mi arcilla,
que transiten tus manos mi costado sediento...
Y verás que en el fondo de mí mismo, un espejo
repite con su luz en múltiples reflejos,
tus ojos que me miran en el que soy por dentro.
Poema 2
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No tuve otro camino que no fuera
la agonía de las algas que perecen
bajo las velas azules de los muelles
frente a los soles quebrados de septiembre
me fue preciso
locura adentro quitarme las gaviotas
callar el orfeón que va en la sangre
negarle a mis vísceras la rabia
reconstruir la palabra sortilegio
no tuve otro camino que no fuera
devolverle mis pasos a tu olvido
subirme al antifaz
endurecerme
desmontar los dioses que se erigen
en el mágico preludio de las sombras.
Poema 6
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Tú llegabas sin rostro
corriendo de espaldas hacia un abismo
detenida en un reloj que te nombraba
llegabas con el viento
demiurgo de la ausencia que me busca
profeta de la luz conjuro y símbolo
arúspice profano que me besa
en cada tañido de campanas
tu llegabas cantando el himno del regreso
otro era el que ataba tu cintura
era otra la muerte
el cadalso era un espejo azul era la espada
con la que tu vencías los tiempos soberanos
tú llegabas derritiendo fantasías
arrodillando sombras destituyendo dioses
tus manos transpiraban sinfonías
por eso te recuerdo cuando llueve
el verso estaba cayendo de la luz
había un cuento de Borges en tus ojos
la boca era un resquicio cristalizando llamas.
Poema 8
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Su voz era un espejo saliendo de las aguas
un rito de sombra la oquedad
un cántico brillante la negrura
su mano era un quejido que incendiaba
un presagio difuso de agonías
como un ala de ángel que se quiebra
desbordaban sus ojos los límites del sueño
como un salmo en ascenso
o una cintura azul convocando la lluvia
ese onceno milagro que se pudre en el beso
como una llaga hostil tatuándonos las sombras
su voz era un espejo saliendo de las aguas
un cuchillo fluvial
una danza terrible
la copa en que se ahogaban los pasos del regreso.
Poema 11
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Tu boca es ábaco y quietud
aguijón que dibuja el rito de una esfinge
sirena que deambula con su llama perpetua
mi mano es un presagio que tirita
huella desvaída de lo inicuo
murciélago fluvial retama címbalo
el seno es minotauro
es arca que se rompe
el ojo es un incienso que corroe.
Poema 12
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Que la muerte se ponga su vestido
azul corola mar
corola agreste
que la vida devuelva sus presagios
en la hora pesarosa del amante
cuando el seno es ámbar y cigarra
y la mano destierra el sortilegio
redención antifaz y profecía
que la mano desdiga lo que escribe
solamente nos es dable la agonía
gaviota reducida a la negrura
golpe que sujeta el desenfreno
del que gira eternamente en los relojes
¿de quién es esta espina
que abigarra el dolor de los espejos?
¿a dónde vuela el cieno
que puebla el laberinto de los ojos
abulia que degrada los silencios?
que la muerte se ponga su vestido
que la vida devuelva sus presagios
en la hora pesarosa en que el amante
es arrastrado por las aguas del deseo.
Poema 13
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Todos estaremos en el muelle
deshojando una gaviota simple
para esperar los últimos viajeros
seremos manecillas cronometrando el vértigo
alas quebrándose en el ojo
bitácora común de la llovizna
que se pierde en la brizna del acecho
será simple el barro de los días
abundante el seno de la gracia
lumbre primigenia del reencuentro
otoño de sílabas erectas
redención agitando el antifaz
el lívido presagio del retorno
será dulce la vejez de la nostalgia
la timidez del agua agua agradecida
la miarada redonda del poema
el canto arrodillado de la espada
todos estaremos en el muelle
y si sobra tiempo viviremos
polvo común de todas las especies.
Yo soy el que se incendia contigo en el regreso
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Yo soy el que tirita
en la sangre desnuda del ángel que se quiebra
el párpado roído que se busca en tu rabia
el címbalo que embriaga la fuga de tus huellas
y tú eres el retorno
la espada de Damocles
la estatua que se incendia bajo el ojo del ave
el verso que trasmuta el arúspice ciego
el cadáver que sueña la mirada del búho
el húmedo crepúsculo que cae de la cintura
yo soy el que se muere cada noche en tu seno
el que reinventa el duende
que danza en tus orillas
yo soy el que se incendia contigo en el regreso.
La noche termina en tu cintura
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Vengo
de la tercera orilla de una aurora
del límite de un sueño irrepetible
de la ceniza azul de una quimera
yo vengo del ocaso
de la muerte de Eros
pero mis manos vienen de la mansión del viento
de las alas terribles de un viejo plenilunio
en donde el beso pierde su huella y la memoria
vengo de tu cintura
de tus pupilas vengo
como un ángel roído después de la victoria
regreso de la lluvia primera de tu estío
de tus labios herejes
de tus muslos ardiendo
de la llama febril del último deseo..
Sospecha
Dame el mar verde oscuro que se cuece en tus párpados
cuando tu boca hechiza el ángel del regreso
dame el rastro del sueño
que corre en tu cintura
el rincón donde mueren los últimos presagios
y toma de mi sangre
el suicidio postrero donde se anuncia el alba
la espada indescifrable que convierte los cuerpos
en la hoguera perpetua de todos los milagros
toma de mí la angustia
el bolero inefable que proclama tu ausencia
dame el mar que se ahoga cada noche en tu pecho.
Diálogo con Alfonsina
Del fondo de los mares regresan tus sandalias
canción de algas y sombras que en ti amaron los peces
caminante furtiva tornada en caracolas
del fondo de nosotros regresan tus caminos
el verso que embriagaba tus noches de infortunios
el sueño que incendiaba tus límpidas banderas
del mar de los amantes regresan tus pupilas
tus delfines secretos, tus húmedas quimeras
¿por qué beberse todos los mares de la noche
novia de Poseidón crustáceo sideral?
¿por qué querer cantar las sílabas del agua
esa canción eterna de los ríos interiores
que humedecen los ángeles que pueblan la memoria?
del fondo de los mares tu vientre se subleva
tus cabellos de sauces comidos por los peces
tu sexo que era trino medusa azul marina
tus senos rescatados por niños marineros
tus manos que orquestaban las sinfonías del mar
del fondo de los mares regresan tus sandalias
y una marea de luna se ahoga en mi nostalgia.
La niña de los puentes
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¿Quién es esa
que enamora mis pasos
desde la última esquina de su miedo
y la angustia?
que se cruza de brazos encima de los puentes
que le miente al recuerdo de todos los amantes
besándose a sí misma
abrazada a su sombra
¿quién es esa
que entierra en voz de Safo sus límpidos navíos
la que esconde los vientos en su trenza amarilla
náufraga del goce irredento y sublime
con cabellos que crujen como címbalo en llama?
Esa
piedra lunar
crepúsculo de fuego
cayena luminosa y pezones de lilas
la que lleva mi rostro en sus manos pequeñas
mientras corre desnuda por la puertas del sueño.