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Médar Serrata

POEMAS DE MEDAR SERRATA

MEDAR SERRATA

(Santo Domingo, 23 de Octubre de 1964)

LIBROS PUBLICADOS: Las Piedras del Abaco (1986) Rapsodia Para Tontos (1999)

 

 

 

1

¿Y qué fue de aquel hombre que se marchó a Nod

la tierra de nadie

que se marchó al oriente de Edén

con toda su culpa una tarde

que partió cuando el crepúsculo

extendía su azul sediento sobre rocas

y las últimas bestias salían

desafiantes y desnudas a matar?

 

Porque iban desnudos los primeros hombres

la tarde que vencieron el vértigo azul

en sus embarcaciones rústicas

y sólo azul y vértigo eran sus embarcaciones

ramas de la sangre paleolítica

con la que un hombre

hizo del destino de los hombres

una quijada de burro

 

 

5

Yo anduve despacio entre las cosas

cuando todo tenía nombre y adjetivo

cuando era imposible asumir la palabra

sin poner en juego sus objetos

Yo anduve muy despacio entre las cosas

impregnándoles mi hedor de asceta transitorio

y todo lo ajeno era mío

porque cada magnitud tenía su nombre

y yo era dueño de los nombres

de todas las cosas

 

La permanencia

 

 

 

 

 

Reflejo de su propia imagen es el cuerpo

ventana a lo inasible

presencia que es estorbo

atropelladas formas que el calor desata

ruinas

basurero sin fin donde echar las edades

Quizás un hado adverso en vilo lo sostiene

le otorga larga vida propiedades

pasión por las quimeras

por eso sobra todo cuando nada nos falta

y una espada hecha de fuego una espada

encendida cierra el paso y un gran árbol

veloz como la dicha es el deseo

Quizás permaneciendo es como se destruye

por eso sangra más la herida que no ha sido

y el hombre se desploma bajo el peso de su sueño

 

Derribado así sin advertirlo

arrastrándose entre seres que no le conciernen

-el labio de la esfinge las naves la escalera-

¿cómo alzar su mano para tocar lo puro?

¿Y qué cosa es la pureza -tú que lo sabes-?

¿Qué poderosa voz traza los límites

y una espada encendida pone frente al árbol?

 

 

Rapsodia para tontos

 

 

 

 

 

 

 

Los círculos concéntricos que produjo la inmersión de la escobilla

en el agua

renovaron su antigua obsesión por lo infinito

Un círculo engendraba a otro círculo en un trazo

cuya línea sinuosa continuaría expandiéndose

como las corrientes en las profundidades marinas

La escobilla a su vez intentaba

la siniestra forma del erizo

 

Cuando el hombre salió a escena hace un cuarto de millón de años

ya el mar estaba allí

y el hombre lo miró maravillado

Restregó con fuerza la mancha amarillenta del inodoro

aspiró el acre olor a trementina

pensó en los griegos cantó en voz baja

 

El círculo y el agua aterraron a los griegos

desde el día en que Narciso

vio su imagen sonreírle desde el temblor del agua

el agua devino entonces en prisión de la imagen que se contempla

a sí misma

 

falsa transparencia en la que aspira regresar al origen

intacta como en la suprema perfección del círculo

reconocerse al fin y destruirse

 

Volvió a ver el mar por vez primera al ver su fundamento

se arrojó hacia el cielo desde las altas olas del crepúsculo marino

y en la arena tibia abandonó la huella de su pie transfigurado

-hondo vuelo sí

hacia otros mares

hacia otros vientres dónde reposar sus cabellos en desorden

y dónde penetrar la misteriosa geometría de los mundos

el orden de los seres y los signos

 

Si Parménides estuvo en lo cierto

y la unidad participa de lo múltiple

si lo uno y lo múltiple son en fin lo mismo

entonces ciertamente uno es igual a dos

y mi risa es doble y mi locura doble

y mi alma en este instante está rozando lo infinito

 

Pero los círculos se desvanecieron y el agua quedó tranquila

en el fondo

Era tiempo de limpiar los urinarios

de vaciar sus vientres casi perfectos llenos de chicles y colillas

de abandonar el canto por un momento para encender un cigarro

y sostenido sólo por la cuerda de su respiración

seguir después cantando sin separar los labios

 

 

 

Porque la respiración tira del canto suavemente con firmeza

y el canto se desliza

traza arcos inaudibles

gira y retrocede en su desliz vertiginoso

carente de palabras y de engaños

 

Así solían cantar los griegos en sus largas horas de ocio

hasta que surgió el silogismo

la causa y el efecto la medida

¿No está ya el canto llamándonos hacia su ámbito oscuro desde entonces

y como nuestros sueños más caros cayendo

vertiginosamente en el ancho dominio de lo desconocido?

¿No está el ave en nosotros ya muriendo?

 

Uno y dos son lo mismo y es un hecho terrible

que nuestros banqueros no puedan comprenderlo

el mundo estaría tranquilo

llamaríamos a sus puertas sin temor argumentando

"diez es igual a diez mil

diez es todo lo que me queda

Aquí los tienes No te debo"

 

Pero nuestros banqueros no entienden de filosofías

su aritmética es infame

y en eso se asemejan a los urinarios

 

 

 

 

Detén extranjero tus pasos para que admires la obra

de nuestros banqueros y nuestros urinarios

Une tu voz al coro de alabanzas a todo lo que ríe

porque ha caído

y desconoce el tormento de las profundidades

Y está lleno de razones

Y de colillas