DEFINICION DEL ARBOL
I
Es natural que el árbol abandone su cuerpo. Mariposa de tránsito, venturoso existir de la hebra pura,
el árbol que yo canto es una débil llama, un alma vegetal que se elabora apenas.
Herida por el goce la savia,
donde habita, desnuda la corriente de su madera toda para que un mar posible de sombras la sitúe.
El árbol
sabe entonces, que la raíz de aire de sus ramas asciende, sostenida en atinada claridad de sombras, de otra raíz
oculta.
II
Canto el árbol a solas en la sangre, el árbol que se escapa por la herida del cuerpo.
Canto
el árbol azul de la ignorancia que me recorre entero, árbol de sombras sólo, de oscuridad exacta.
Canto
para cantarme, para cantar el árbol en que habito, la dulce morada solitaria del cuerpo que me tiene.
Canto
porque deseo, porque quiero vivir, amar, andar libre, sin peso por el árbol.
III
Cuando ama el árbol
se deshace, huye, proclama su levedad de hojas, publicación de verdes regalados o canción diluída, deleite de
su rama carnal, de su escondrijo de azuladas raíces en espera.
Cuando ama el árbol se diluye en alegre corriente
de la madera dulce. Cuando ama el árbol del amor...
Hueco de soledad que te pronuncia a solas, quizás, el árbol
del amor duerme en olvido, en apretada soledad más pura. Porque el oro de mi risa no basta para llenar su límite, se
abre como un sol para ofrecerse entero cuando ama, el árbol del amor.
IV
Hay almas que no mueren en
las hojas del canto aunque no encuentren otra manera posible de escapar, aunque no exista otro refugio, apetecido
vaso, ardido recipiente, olorosa unidad de carne viva que ocupe su lugar, su desmedido espacio, porque una muerte
existe en cada hoja vacía de substancia, y una huidiza llama.
Hay almas que se pudren en las hojas del (cuerpo
por su origen oscuro, porque después, pudiendo libertarse, darse a todos, sin interés ni esfuerzo, asumen la condición
de pájaros comunes.
Hay almas que se nutren a la sombra de todos con los apetecidos metales de la sangre, de
cuantos, humanamente sanos, confiados, se acercan a su espacio para entregarse solos a su gran apetencia.
V
Es
posible que el árbol sepa entonces que atado definitivamente al mar de soledad que habita carece de toda libertad
para decir las cosas que humanamente vive repitiendo.
Es posible, oh Dios, crecer cada domingo en (desmedido
arroyo de alabanzas.
Es posible, oh vida, que el árbol de la sangre se derrame y el universo todo de mi isla sea
pequeño para (su inacabado límite.
Es posible, oh sangre, que dolorosas hebras formulen una noche más honda
que la nuestra. Pero también, oh libertad, es posible que el árbol conmovido, tomando agudas fuerzas, -no sé de
dónde-, acierte en una furia libertada y con ello motive su justo crecimiento.
VI
Porque las raíces de los
árboles todos pululan en lo oscuro, en el vientre crecido de la tierra. Porque una lluvia de hombres se traduce
en finísimo polvo, la tierra estará llena de raíces amargas, de inacabados ríos de lágrimas.
La alegría
de los frutos, la rosa regalada, la humedad de los huertos, la fiesta de oro de los días alegres ignoran la
raíz, su propiedad de abeja, porque la raíz es un árbol de sombras, es un árbol de sombra rodeado de oscuro.
Pero
todas las humanas raíces se aúnan (en un río de trabajo en la noche completa del árbol. Y la madre de todas, las
amorosas madres esperan una muerte, una ola de savia en fruto consumada, su semejante amando, que respire unidad
en un río subterráneo interminablemente largo, como una noche más en la noche de todos.
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