Nadie está a salvo
Brilla, estrella de la hoja,
gánate esta noche peluda de gritos
sentada en mí como una visión,
púdreme el deseo.
Brilla y llévame de vuelta
al país de pensar la cárcel rota,
la tarde sin ventanas y la fiel amante.
Brilla y ruge loca de dominios,
verde en disparates y aviones miopes:
como una viuda alegre,
brilla más en tu tristeza.
Destruye la unidad y vive sola,
triúnfate en la muerte del poema vivido.
Magma ebrio
Mi cuchillo está enfermo de techos que se mueven,
y mi pobre noche llena de naranjas muertas,
llorando globos rojos se va yendo al paraíso.
Mi valium baila ahora un verde en mi barriga,
mi cuchillo se ha clavado en un pecho inmóvil.
Este es el que mató con un cuchillo a sus orígenes,
sin cenizas que poblaran de nuevo sus venganzas;
coleccionista edipo, árbol rayado en sus nubes,
toda ley sangra, todo pecado ayuda.
Este soy, el cuchillo que cena con las cosas,
la quimera con lentes de barro loco, el mundo.
Mi triste cuchi-yo, el pan del génesis,
la sangría, el velo, resquicios lentos,
mi carga mala ya está inválida de los ojos
para arriba, y mi feudo cerrado al diente ardiente:
una cama que late, una espalda mordida.
Copyright © 2002 G. C. Manuel